Si hay un día que no se nos va olvidar nunca será el 8 de noviembre de 2010. El número 8 estéticamente es muy redondo, como redondo fue el día que llegamos a la cumbre.
Tuvimos la mala suerte que el mal de montaña apareció otra vez en nuestro grupo, siendo en esta ocasión Rosa la perjudicada; Esther Vives y Patricia decidieron ayudarle a bajar hasta el campo II. Uno de los factores importantes en el alpinismo es la polivalencia, y otro no menos importante es tomar decisiones sobre todo por las consecuencias que conlleva, en este caso era la salud de nuestra compañera.
Esther Fresneda y Elena continuaron, hacía un tiempo magnífico aunque con mucho frío, el viento aumenta la sensación térmica e impedía muchas veces parar a beber agua, todo fluía, ninguna sensación que estabamos teniendo nos era desconocida: maniobrar con las cuerdas, escalar por la noche, mover los dedos para evitar congelaciones, etc. Todas estas sensaciones las habíamos tenido en ocasiones anteriores y esto da mucha seguridad en montaña. Solo hay una sensación que nunca habíamos tenido, llegar a la cima, ver el Everest, el Nupse, el Makalu… Tanto llegar a la cima como no llegar es motivo suficiente para que todos y todas las que escalamos montañas estemos pensando con ilusión en el siguiente reto.
.- Mujeres FEMECV al Ama Dablam