La expedición ha sido una experiencia increíble, de la que hemos vuelto muy satisfechas. Todo ha ido bien y tras la cima todas bajamos encontrandonos perfectamente, que era el objetivo más importante.
Ya sabeis que el día 8 de noviembre salimos hacia la cima desde el campamento II, a 6000m. Habíamos pensado hacer también un campamento III a 6300m, que es lo habitual, pero ese día el tiempo no parecía muy seguro y preferimos esperar en el II. Entonces ya no quisimos arriesgarnos a dejar pasar más días y la opción que nos pareció más acertaba fue atacar desde el II. Salimos a las 2'30 de la mañana, jumareando a oscuras por un inmenso corredor que conduce a la arista de los champiñones. Ese corredor habitualmente está cubierto de nieve, pero este año estaba muy seco y era en realidad una canal pedregosa, con tramos bastante empinados donde era muy incómodo progresar. Suerte que estaban las cuerdas.
Llegamos al campamento III a las 7 de la mañana, en la hora más fría de un día ya de por sí muy frío. Descansamos en una tienda vacía y al cabo de una hora seguimos hacia arriba.
Este tramo es muy vertical y nos sorprendió el hielo que tenía. Las últimas nevadas habían sido muy copiosas y las avalanchas que habían tenido lugar como consecuencia de ellas, habían arrastrado incluso la nieve antigua, dejando al descubierto el hielo vivo. También aquí se concentran los mayores riesgos objetivos, pues hay un enorme serac colgante en el que se podía adivinar una linea de fractura que ponía los pelos de punta.
Subímos bastante bien el primer tramo (unos 200m) aunque despacio pues había que evitar que de la misma cuerda colgasen más de una o dos personas para no sobrecargar las reuniones. En un momento dado, un grupo que nos precedía se dio la vuelta y ya quedamos sólo nosotras cinco y dos americanos, con lo que podíamos progresar más cómodamente. Esther Fresneda iba delante, muy fuerte y encontrandose muy bien pese a la altura. El resto también iban muy cómodas, pero en un momento dado yo empecé a tener sensaciones que atribuí al mal de montaña. Me costaba hacer gestos tan conocidos y sencillos como sacar el jumar, asegurarme, etc no me encontré lo suficientemente lúcida para seguir con garantías y así se lo dije a mis compañeras. Las que se hallaban más próximas a mi (Esther Vives y Patricia Viscarret) no dudaron ni un segundo en decirme que me acompañaban y así lo hicimos.
Elena Parga y Esther Fresneda continuaron y dos horas más tarde coronaban la cima, para gran alegría y orgullo del resto que las contamplábamos mientras bajábamos hacia el campo II.
Ha sido una experiencia magnífica, donde previamente habíamos ascendido el Island Peak, otro 6000 de la zona muy sencillo pero con vistas espectaculares sobre el Everest, Lhotse, Makalu, Cho Oyu y el propio Ama Dabalm.
Un abrazo y una vez más gracias por vuestro apoyo.
.- Rosa Real